Por fin, desde España, un artículo bien documentado y que reconoce la importancia de lo que viene logrando el Braga

El espíritu colectivo lleva al Braga a la elite del fútbol
Por Antonio Torres del Cerro

El Sporting de Braga, un pequeño club del norte de Portugal, se estrenará en la elite del fútbol europeo, la Liga de Campeones, con un modelo de gestión austero y un concepto futbolístico en el que el espíritu colectivo prima sobre las individualidades.
Cuando hace siete años asumió la presidencia del club, a Antonio Salvador le decían que era "una utopía" convertir a un club medio de Portugal en una referencia.
Ahora, con el Braga en la Liga de Campeones, Salvador recuerda aquellos comentarios sin rencor: "Está probado que tenía razón".
El conjunto del Miño, el quinto equipo luso en disputar la "Champions", ha hecho historia en su país y disputará la prueba con apenas 12 millones de presupuesto y una plantilla formada por descartes de otros clubes.
No obstante, hasta la noche mágica de Sevilla, "los Guerreros del Miño" hacía tiempo que labraban su camino basado en una gestión directiva eficaz y sensata.
El Braga empezó a avisar de su potencial en la temporada 2003-2004. Desde entonces, siempre acabó entre los siete primeros del campeonato y lanzó a entrenadores de la talla de Jesualdo Ferreira -ahora en el Málaga tras hacer al Oporto tricampeón- o Jorge Jesús, que llevó al Benfica al título de Liga la pasada temporada.
Sin embargo, su impulso definitivo se lo ha dado el ex internacional portugués Domingos Paciencia, un instintivo delantero de los años 90 que se convirtió en ídolo del Oporto y llegó a jugar dos cursos en el Tenerife (1997-1999).
Tras haber entrenado al Uniao de Leiria y Académica de Coimbra, Paciencia se sentó en el banquillo de la entidad del Miño en 2009 y rápidamente asumió como propias las ambiciones de su presidente.
Heredó un equipo en crecimiento, pero sin grandes individualidades que le pudiesen ganar puntos. Algo que sus principales rivales sí tenían.
Paciencia hizo un diagnóstico rápido. Sólo cumpliría los deseos de Antonio Salvador funcionando como un grupo unido y solidario.
El equipo, que tiene hasta 17 jugadores brasileños, interiorizó estos conceptos y aprovechó al máximo sus puntos fuertes: la capacidad física, el orden táctico y la presión.
Inmune a las bajas, el último año perdió al lateral derecho Joao Pereira, el brasileño Evaldo y al portero internacional Eduardo, las cesiones y los descartes son el molde para construir un bloque sin fisuras en el que impera el espíritu colectivo.
Este sentimiento lo encarna, sobre todo, su defensa, liderada por el central brasileño Moisés Moura Pinheiro (ex Cruzeiro y Flamengo) y su colega en el eje, el internacional peruano Alberto Rodríguez.
Ambos, poderosos en el juego aéreo y eficaces en el corte, son el pilar sobre el que se construye el juego, basado en transiciones rápidas que propician los contra-ataques.
Para elaborarlos, Paciencia cuenta con el sacrificio del capitán Vandinho y la calidad del uruguayo Luis Aguiar, mientras que para su ejecución tiene a su tridente ofensivo preferido.
Los brasileños Paulo César, Matheus y Lima conjugan el pundonor, la velocidad y el instinto goleador necesarios para tumbar a cualquier adversario.
Paciencia quiere ahora a los grandes de Europa -citó al Manchester United y al Real Madrid-, mientras que Salvador, el presidente milagro, avisa: "Vamos continuar trabajando de forma sustentada para continuar dando pasos firmes".